Postergas tus cosas?

¿Sabes las consecuencias de postergar las cosas?

Hay que terminar con las postergaciones ya mismo!!! No es necesario derramar una sola gota de sudor para postergar hacer cualquier cosa. ¿Te encuentras tú en la categoría de los que postergan todo? Si eres como la mayoría de la gente, la respuesta es sí. Pero es muy posible también que preferirías no vivir con la ansiedad que produce el postergamiento de las cosas.

Puede que te des cuenta de que estás postergando muchas cosas que quieres hacer, y sin embargo por algún motivo, simplemente sigues suspendiendo la acción. Este asunto de las dilaciones es una de las facetas más preocupante de la vida. Si te cuentas entre los casos graves de los que padecen este mal, seguro que no pasa un día sin que te digas a ti mismo: “Yo sé que tendría que hacer eso o aquello y no lo hago, pero ya me llegará el momento”. Tu zona errónea de “postergación” es de las más difíciles de achacar a las fuerzas externas. Es toda tuya, tanto la postergación en sí como la incomodidad que ésta te produce.

La zona errónea de la postergación es lo más cerca que se puede llegar a una zona errónea universal. Hay muy poca gente que puede decir con honestidad que no realiza postergaciones a pesar de que a la larga le resulten contraproducentes y malsanas. Como en todas las zonas erróneas, el comportamiento en sí no es malsano. El hecho de postergar, en realidad, ni siquiera existe. Uno simplemente hace cosas, y las que no hace, simplemente no están hechas en vez de postergadas.

El comportamiento neurótico es simplemente la reacción emocional que lo acompaña y la inmovilización que produce. Si sientes que postergas las cosas que tienes que hacer, y te gusta postergarlas, y no sientes culpa por ello, ni ansiedad ni molestias, pues entonces sigue postergando lo que tienes que hacer y pasa por alto este capítulo. Sin embargo para la mayor parte de la gente, las tácticas dilatorias o el postergar lo que tienen que hacer son en realidad una manera de evadirse, de vivir los momentos presentes lo más intensamente posible.

ESPERANDO, DESEANDO Y QUIZÁ Tres frases neuróticas típicas del hombre que posterga y vacila componen el sistema de apoyo que sirve para mantener el comportamiento dilatorio.

“Quizá las cosas se solucionarán solas.” “Espero que las cosas vayan mejor.” “Deseo que se arreglen las cosas.”

He aquí los deleites de quien posterga. Cuando dices “quizás”, “espero”, o “deseo”, puedes usar estas palabras como razonamientos para no hacer nada en el presente. Pero los deseos y esperanzas no son más que una pérdida de tiempo, ilusiones vanas de los que viven en un mundo ficticio.

Nunca nadie logró nada, con ninguna de estas palabras por más veces que las repitiera. En realidad éstas sólo sirven para evitar tomar cartas en el asunto y realizar las tareas que tú has decidido que tienen la suficiente importancia para estar en la lista de las actividades de tu vida.

Tú puedes hacer lo que te propongas. Eres fuerte y capaz. No eres frágil ni quebradizo. Al postergar para un momento futuro lo que quisieras hacer ahora, te entregas al escapismo, a la autoduda, y lo que es peor aún al autoengaño. Tu zona postergatoria es un movimiento que te impide ser fuerte en el momento actual, en tu ahora, y te impulsa en dirección de la esperanza de que las cosas mejorarán en el futuro.

LA INERCIA COMO ESTRATEGIA PARA VIVIR
He aquí una frase que puede lograr mantenerte inerte en tus momentos presentes: “Esperaré y mejorarán las cosas”. Para algunos esta actitud se convierte en una forma de vida, siempre están postergando algo que harán en un día que nunca ha de llegar.

¿CÓMO FUNCIONA LA POSTERGACIÓN?
La postergación era “el arte de estar al día con el ayer”. A esto yo le agregaría, “y de evitar el hoy”. Funciona de la siguiente manera. Tú sabes que hay ciertas cosas que quieres hacer, no porque otros te lo hayan ordenado, sino porque las has elegido deliberadamente. Sin embargo muchas de ellas se quedan sin hacer, a pesar de lo mucho que te digas a ti mismo que las harás. Decidirte a hacer algo en el futuro, algo que podrías hacer ahora, es un sustituto muy aceptable del hecho de hacerlo realmente, y te permite engañarte a ti mismo no enfrentándote con el hecho de que en realidad ésta es una componenda y que no estás haciendo lo que te propusiste hacer. Es un sistema muy útil que funciona más o menos así: “Yo sé que debo hacer aquello, pero en realidad tengo miedo de hacerlo mal, o que no me gustará hacerlo. Entonces me digo a mí mismo que lo haré en el futuro, y así no tengo que admitirme a mí mismo que no lo voy a hacer. Y me es más fácil aceptarme a mí mismo de esta manera”. Éste es el tipo de razonamiento conveniente pero falaz y engañoso que puedes poner en juego cuando te enfrentas con que tienes que hacer algo que es desagradable o difícil.

Si eres el tipo de persona que vive de una manera y dice que va a vivir de otra en el futuro, tus declaraciones no tienen contenido. Quiere decir simplemente que eres de las personas que siempre difieren la acción y que nunca terminan de hacer las cosas.

Existen, por supuesto, grados de postergación. Es posible demorar las cosas hasta un punto, y luego terminar el trabajo justo antes de la última fecha posible. Esta es también una forma muy común de autoengaño. Si te permites a ti mismo un tiempo mínimo absoluto para hacer un trabajo, podrás justificar los resultados mediocres o inferiores, diciéndote: “Simplemente no tuve tiempo suficiente”. Pero sí tienes tiempo suficiente. Sabes muy bien que la gente ocupada siempre logra hacer las cosas. Pero si te pasas el tiempo quejándote de lo mucho que tienes que hacer (postergando), no tendrás momentos presentes para hacerlo.

Yo tenía un colega que era un especialista en el arte de la postergación. Andaba atareado siempre con montones de asuntos y negocios y hablando de lo mucho que tenía que hacer. Cuando hablaba de sus cosas los demás se cansaban sólo de oírlo. Pero al observarlo de cerca era fácil darse cuenta de que en realidad mi colega hacía muy poco. Tenía millones de proyectos en su mente y nunca se ponía a trabajar en ninguno de ellos. Me imagino que todas las noches antes de dormirse se engañaba a sí mismo prometiéndose hacer el trabajo al día siguiente y además terminarlo. Si no ¿cómo hubiera podido quedarse dormido con su sistema de autoengaño intacto? Tal vez supiera que no haría lo que se decía que iba a hacer, pero mientras jurase que sí lo haría, podía salvar sus momentos presentes.

Tú no eres necesariamente lo que dices. Tu comportamiento es un barómetro mucho más adecuado para medir tu valor. Lo que haces en tus momentos presentes es el único indicador de lo que eres como persona, Emerson escribió una vez lo siguiente:
No digas cosas. Lo que eres, relumbra sobre ti mientras lo haces, y atrona con tal fuerza que no puedo oír lo que alegas en su contra.
La próxima vez que digas que harás algo, a sabiendas de que no lo harás, recuerda esas palabras. Son el antídoto de la postergación.

LOS CRÍTICOS Y LOS HACEDORES

La postergación como forma de vida es una de las técnicas que puedes usar para evitar el hacer las cosas. Un no hacedor es a menudo un crítico, esto es, alguien que se echa para atrás y mira cómo los demás hacen cosas, y luego elucubra conceptos filosóficos sobre cómo están haciendo las cosas los hacedores. Es muy fácil ser crítico, pero ser un hacedor requiere esfuerzo, riesgos y cambios.

EL CRÍTICO

Nuestra cultura está llena de críticos. Hasta pagamos para oírlos.
Al observarte a ti mismo y a la gente que está a tu alrededor, toma nota del tiempo que se le dedica a la crítica en las relaciones sociales. ¿Por qué? Porque sencillamente es mucho más fácil hablar de cómo actúa otra persona que ser la que en realidad actúa. Toma nota de las actitudes de los verdaderos campeones, los que han mantenido un alto nivel de excelencia durante un largo período de tiempo. Los Henry Aarons, los Johnny Carson, los Bobby Fisher, las Katherine Hepburn, los Joe Louis y gente de ese tipo. Hacedores en el nivel más alto. Campeones en todo sentido. ¿Acaso se sientan tranquilamente a criticar a los demás? Los verdaderos hacedores de este mundo no tienen tiempo para criticar a los demás. Están demasiado ocupados haciendo cosas. Trabajan. Ayudan a los que no tienen tanto talento como ellos en vez de criticarlos.

La crítica constructiva puede ser útil. Pero si has escogido el rol del observador en vez del hacedor, no estás creciendo. Más aún, podría ser que estés usando tus críticas para absolverte a ti mismo de la responsabilidad por tu ineficiencia proyectándola en los que realmente están haciendo un esfuerzo. Por otro lado bien puedes aprender a ignorar a los criticones, los que siempre encuentran faltas en los demás y a los críticos autoproclamados. Tu primera estrategia consistirá en reconocer estos comportamientos en ti mismo y en hacer la firme resolución de eliminarlos por completo para que puedas ser un hacedor en vez de un crítico postergador y dilatorio.

Autor entrada: sowelu

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